Cuando no es como antes
- ladyinff
- 8 mar 2019
- 2 Min. de lectura
En medio del recorrido del camión, este se detiene abruptamente. Fuera del él, hay mujeres por montones con cartulina en mano, paliacates verdes que rodean sus cuellos. Estas gritan con fuerza, marchando a la par de hileras organizadas.
Pomelo se siente como extra contratada para filme de recreación histórica.
Arriba de las canciones viejas que reproduce su teléfono, puede escuchar los murmullos de los pasajeros que la acompañan en el viaje, estos no dejan de mirar con desdén a aquellas “hembras descuidadas que solo hacen barullo sin sentido”, según opina una abuela que choca dientes como si su vida dependiera de ello. No es tonta la Pomelo, con sus quince años y meses encima, sabe que se trata de chicas que pelean por legalizar el aborto.
Las palabras siguen, y a nada le da importancia hasta que alguien desconocido dice: “El feminismo no es lo de antes.”
¿Cuál es la diferencia entre el feminismo de las décadas pasadas y el de ahora? Buena pregunta para responder, ya que el bus reanuda su trayectoria.
Según recuerda, en sus clases de historia mundial le mencionaron cosas del tema. Como que, gracias a movimientos feministas, la mujer moderna gozaba del derecho del voto, de poder estudiar hasta una carrera y ejercerla. Entre otros tantísimos logros más.
Su padre, hace ayeres, le explicó que, en su punto de vista, una persona feminista no va sin objetivos, siempre está bajo una idea, dispuesta a defenderla y darle voz para convertirse en una decisión.
Entonces cae en cuenta. En la marcha que ha visto hoy existe un objetivo, un ideal que seguir, defender y la búsqueda de la opción de que la mujer contemporánea decida sobre ella misma.
Se imagina que, en los viejos tiempos, las personas que usaban transporte público o que, en su defecto, caminaban por las calles, reaccionaban de la misma manera que hoy hacen al ver a las damas protestar, pero por otros motivos.
No sabe que es más triste, si ver que la crítica a las personas que quieren cambiar el Mundo (o en menor escala, sus ciudades) será siempre un cuento de no acabar. O la idea de qué se crea que el feminismo no es igual a lo que era hace décadas.
Esa es la duda que le queda a la pequeña Pomelo cuando baja las escaleras del colectivo y sigue su caminata diaria rumbo al bachillerato.
Feliz día, mujer. Sigue aportando al cambio a tu manera, reclama el Mundo que mereces y nunca olvides brindar el amor que la Tierra necesita en épocas de soledad.
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